En un cuarto tan oscuro que ni podemos vernos las caras; en pleno día, con el mundo girando sin nosotros. Por fin sentimos algo, por fin estamos callados... Tumbados al borde del abismo, con la eternidad al otro lado del maltrecho camino.
Sentimos la muerte en nuestros brazos, la decencia en nuestros labios. Nos sentimos un mundo aparte que se derrumba en un abrir y cerrar de ojos. Por que nada es más frágil que nuestro castillo de arena, que nuestras ilusiones.
Y un beso en la frente hace tiritar mis propios pensamientos. Un beso en los labios me pierde; pierdo la noción del tiempo, olvido quiénes somos y dónde estamos. Pierdo hasta el hilo de mi vida. Puedo morir si me besas, o puedo vivir sólo contigo en mi cabeza...
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