lunes, 20 de abril de 2015

Inmarcesible.

Sigue igual; nunca cambiará.
Seguirá así el tiempo que le pidan,
el tiempo que sea precioso.

No se gasta, 
no se consume.
Intacta entre dulce neblina,
oculta la vergüenza de no ser
como todas aquellas que sí son. 

Inaccesible para manos como las tuyas;
imposible de aferrar con tanto pecado.
Tan manchado de sangre inocente,
siempre preguntándote qué será de ti. 


Se esfuma como la leve brisa
en una tarde cualquiera de agosto.
Se esfuma, sin decir nada.
Quizás decidió arder, cansada,
harta de tanta mentira insaciable. 

Quizás ha decidido dejar de ser,
transformarse en otra, ocultarse. 
Quizás no vuelva a ser inmarcesible,
para ser simplemente una flor marchita.



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