domingo, 30 de marzo de 2014
Colapso.
miércoles, 26 de marzo de 2014
Ella, inspiración.
Son tus palabras las que me conducirán a la muerte. Tu alma triste no comprende, ya no siente...
Hoy no hay luna, tampoco sol, pero el cielo está más bonito sin ellos. ¿No crees que deberíamos centrar nuestra atención en encontrarla? En cambio dirigimos las miradas a los lejos, esperando encontrar respuesta dónde el silencio es más que una canción de cuna. Dónde la vida tiene hasta sentido. Pero no la buscamos. Esperamos que venga, y no viene.
Sin más yo me centro en el resto de la gente. La miro, la observo. Veo sus caras tristes, sus alegres miradas, sonrisas enamoradas... Ellos no me ven. Cierro los ojos y tomo aire... Uno... Dos....
Tú necesitas otras emociones, otros caminos para encontrarla. Un simple desvío de la regla, unos ojos que se centren en los tuyos y entonces, sonrisa. Quizás sea contacto la palabra adecuada. Quizás no. Necesitas vivirlo, sentirlo. Tú no pasas desapercibido.
Yo me cansé de buscarla y de perderla. De tener que seguirle la pista. Pero es la peor de las drogas. Ella te hace seguir pensando, estar despierto toda la noche con un bolígrafo en la mano. Ella... Bueno, y tú, también.
lunes, 10 de marzo de 2014
Fin.
Con el último suspiro soltamos nuestras manos, cortamos las cuerdas. No permitimos que ningún hilo nos mantuviera aún unidos. O mejor dicho, no lo permitiste. Y, sin remedio, caímos en un remolino de sensaciones nuevas; habíamos abierto, sin saberlo, la puerta al inmenso mundo de la soledad. Nos perdimos de vista tanto tiempo llegó el punto que dejamos de sentir. Temblábamos a cada paso en el camino.
Y el agua cayó, no sólo del cielo, de todos lados. Sentimos frío, humedad, silencio. Sentimos... O sentí.
Ya no te tenía para vivir la vida, y esta dejó de tener sentido. Las dudas azotaban la mente, como si dentro hubiese una ventisca. Y no había nada, sólo silencio, sólo oscuridad infinita, aquella que llegó cuando perdimos lo único que era real en este frío.
Así que nos acostumbramos a llorar en silencio. A seguir cada uno con su vida. A mentirnos a nosotros mismos, fingiendo que estábamos tan bien como el primer día, cuando en realidad sólo había trozos punzantes del cristal con el que formamos los castillos que se vinieron abajo.
Sólo queda lo eterno. Aquel tan oscuro.
Sólo queda vivir esta vida triste, separada de una mitad que no coincide contigo.
martes, 4 de marzo de 2014
Nada podemos advertir.
Quisimos explicar tantas cosas que nos abrazamos a la hoja de la cuchilla. Perdimos la esperanza de una vida sin demasiadas vueltas, sólo con recuerdos que maltratarían nuestra envejecida mente.
Sólo quedamos tú y yo en un mundo lleno de silencio arrogante, despreciable, mísero y traidor. Sólo nuestras manos en un caos tan ordenado que perdió el sentido. Y un suspiro que, volando hacia el destino, llegó a tu pecho triste, dejando claro el hecho de que echábamos de menos las dulces notas de una guitarra que nos robaba sonrisas traicioneras. Esas mismas que tantas noches infinitas delataron lo que ocultaban mis palabras amargas. Las que tantas noches se perdieron cuando la oscuridad se cernía sobre el cuarto vacío.
Ya no queda nada, todo se lo ha llevado el destino y su impenetrable camino. Con la coraza que hace ciegos nuestros ojos, evitando que miremos qué nos depara.
Sólo queda silencio, perdido y olvidado. Un recuerdo vacío de aquello que yo más había amado.