El jamón serrano ibérico justamente curado, ni sobrio ni salado, con su veteado rosado, tacto suave, olor dulce e intenso que se queda de forma permanente y hace que el sentido del gusto crea que entre tus labios, reposada sobre la lengua, se encuentre aquella maravilla alimentaria parida por la naturaleza de un marrano retozador de lodazales. Y lo peor es que sin darte cuenta, puedes llegar al clímax. Pero la auténtica razón por la que escribo no es por dar una razón justificada, es para decir que este mundo no es de locos, eso sería una utopía, el problema es que este mundo es imperado por aquellos que se autodominan cuerdos.
El jamón serrano ibérico justamente curado, ni sobrio ni salado, con su veteado rosado, tacto suave, olor dulce e intenso que se queda de forma permanente y hace que el sentido del gusto crea que entre tus labios, reposada sobre la lengua, se encuentre aquella maravilla alimentaria parida por la naturaleza de un marrano retozador de lodazales. Y lo peor es que sin darte cuenta, puedes llegar al clímax.
ResponderEliminarPero la auténtica razón por la que escribo no es por dar una razón justificada, es para decir que este mundo no es de locos, eso sería una utopía, el problema es que este mundo es imperado por aquellos que se autodominan cuerdos.