miércoles, 17 de diciembre de 2014

Ardiendo.


Ojos en blanco.
Sonrisa muerta. 
Todo en lo que creías,
destrozado. 
Y la gente te mira,
asombrada,
mientras su rostro expresa
verdadero pánico, 
terror inhumano. 

Te mueves tan lentamente,
enseñando los dientes. 
A cada paso una mirada,
asombras, asustas.
A cada paso una melodía,
tranquila, insonora.

Puede que no los vuelvas a ver.
Puede que sea la última oportunidad.
Pero sigues en tu línea, 
tu camino, tu terquedad. 
Aún así nada ha acabado. 
Todo sigue igual de destrozado,
apilado en montañas de horror.


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