Ojos en blanco.
Sonrisa muerta.
Todo en lo que creías,
destrozado.
Y la gente te mira,
asombrada,
mientras su rostro expresa
verdadero pánico,
terror inhumano.
Te mueves tan lentamente,
enseñando los dientes.
A cada paso una mirada,
asombras, asustas.
A cada paso una melodía,
tranquila, insonora.
Puede que no los vuelvas a ver.
Puede que sea la última oportunidad.
Pero sigues en tu línea,
tu camino, tu terquedad.
Aún así nada ha acabado.
Todo sigue igual de destrozado,
apilado en montañas de horror.