Es volver a tropezar en la misma piedra; volver a caer con el mismo sentimiento. Querer no tener que verte todos los días en mi cabeza, como una pesadilla que nos absorbe. Pero al fin y al cabo ya no queda más que tu débil recuerdo en mi memoria, ya no quedan más cosas que se puedan retomar.
Y no te echo las culpas de lo ocurrido, sólo te pido que entiendas los motivos que me llevan a cargar con este peso... Y es el dolor de echarte de menos lo que me dudar que buscarte ahora sea buena idea. Es el dolor de mi pecho el que me priva de la felicidad de llegar a encontarte.
Mas mi alma se niega a volver a temblar cada ve que lea una palabra tuya, se niega a sonreír delante de extraños que no cumplen sus promesas, de débiles que no tienen el valor de enfrentarse a lo que les queda grande...
Pero admitiré que soy incapaz de no echarte de menos en estas circunstancias. Sigo diciendo que tropezaré tantas veces con la misma piedra que se me desgastará el zapato.